Alevosía de la elocuencia
En la porfía del vocablo
a diario esquivamos proyectiles
que raen nuestras cabezas.
Nos cubren y ahogan en la culpa
de acribillar la inocencia.
Se adentran en nuestras almas
y allí se hospedan para ver
cómo el penar de nuestras heridas abiertas
se esparce en mares de lágrimas.
Procuramos aniquilar la lid
y combatimos hasta matar o morir por ello.
El aire está viciado
del dolor y el odio que extendemos
al hablar con terceros.
Nos reímos, fingimos,
y entre pares somos felices,
aunque lo que discurramos y sintamos
no sea semejante
a lo manifestado de frente en el combate.
Clausura al rincón de los recuerdos
Una vida de recuerdos y alegría
se desvanece en la estela
que origina tu partida.
Te mezclas y confundes
en la brisa de ayer que se siente hoy.
Tus raíces se sujetan a la tierra
y tu alma alcanza las nubes.
Se clausura el rincón
donde habitan los recuerdos.
Las palabras expresadas ya no logran ser oídas.
Los ojos ven más allá
del mundo material muerto en tus latidos.
Las manos que te sostuvieron
se separan dejándote caer
al abismo sin fin
que es la apacible eternidad.
El jardín de la esperanza
Muchas miradas aciagas
Sólo ven desesperación en donde no la hay.
Pero tú, que habitas el jardín de la esperanza,
puedes curar los vacíos del mañana.
Danzas incluso en las tormentas
al mecerte en la vida.
El nubarrón de la noche
contrasta con el tímido rubor que asoma en ti.
Tu envolvente suavidad
combate hasta la piedra más dura.
En tu ser se pierde el asesino más cruel
y florece un sentimiento que lo empuja a ser como tú.
Me enamoras diariamente,
pero tus dagas de puercoespín
se entierran en el fondo de mi sentir
restringiendo el olvido.
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